El fútbol debe de verse como una oportunidad para "negocios" ya que mueve grandes cantidades de aficionados aún en paises como Nicaragua.
La venta de hamburguesas y hot dogs ya son comunes en los estadios.
LUSACO
Mientras algunos "fanáticos" siguen discutiendo sobre los resultados del fin de semana anterior, NOTIFUTGOL ha optado por dedicar unas líneas a uno de los impactos que tiene una jornada de fútbol más allá de lo deportivo en la sociedad en general, principalmente en aquellos que aprovechan para buscar dinero para subsistir: los vendedores.
El balompié pinolero en los últimos años ha venido experimentando síntomas de "semiprofesionalización", situación que lo demuestran planillas elevadas y salarios a veces hasta fuera del contexto de la realidad nacional. Incluso hasta los árbitros cobran salarios semanales que muchos "profesionales" no alcanzan aún laborando todo un mes completo.
Otros aspectos son las acciones publicitarias y de mercadeo de algunas empresas, la masificación que promueven los medios televisivos, radiales, escritos y digitales, etc.
Pero dejando a un lado lo anterior, estas líneas son para resaltar a las personas del sector informal que también aprovechan estos fines de semana deportivos para buscar como "ganarse" la vida muchas veces bajo un sol descomunal o un aguacero imparable o caminando más de los 90 minutos que dura un partido, todo con un solo objetivo: llevar el pan de cada día a su hogar.
Las frutas no faltan en un estadio.
Desde los taxis o mototaxis, los trabajadores del estadio (taquilleras, porteros, vigilantes, etc) hasta los vendedores ambulantes forman parte inherente de un sábado o domingo de fútbol y eso usted y yo lo hemos observado y comprobado en más de una ocasión.
Si bien es cierto nuestra economía no es de las mejores, harto demostrado está que partido tras partido hay que desembolsar dinero para adquirir algún antojo que va desde un refresco carbonatado, un jugo, un rehidratante, un quesillo, un agua helada, un vigorón, una naranja o la fruta de temporada, un raspado, un caramelo, un pastel, una hamburguesa, un perro caliente, un platanito o una cerveza bien helada.
Aunque todavía nuestra infraestructura deportiva es muy pobre, se espera que con una visión de negocios y oportunidades, un poco de capital y una decisión de aventurarse, en un par de años nuestros estadios tendrán la oportunidad de permitir que los aficionados tengan acceso a comprar camisetas, gorras, banderas, llaveros, caricaturas, fotos y cualquier souvenirs del equipo al que siguen.
Esa visión mercadológica es la que tiene que comenzar a despertar para aprovechar las grandes cantidades de aficionados que se desbordan por el fútbol.
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