Téllez vistiendo la casaca del DIRIANGEN FC. |
Letzira
Sevilla B.
Originario
de Masaya, una región tradicionalmente beisbolera, el arquero Diedrich Téllez
empezó a forjarse cuando apenas tenía 13 años, gracias a la influencia de su
papá, aunque había jugado beis.
“Él es gran fanático, todavía juega futbol y ya
le prohibieron que lo hiciera pero dice que prefiere morirse en el campo. Él
tenía un equipo en Masaya, yo jugaba de defensa pero un día falló el portero y
mi papá me dijo que lo supliera, para eso me aconsejó que parara lo que tuviera que parar y que si
no tenía agallas en esa posición no iba a servir para nada. Esas son las
palabras que me quedaron en la mente”, compartió el portero del Managua FC.
Estuvo
en la selección sub-17 de Nicaragua que fue a un torneo en Guatemala. Su llegada hasta ahí fue superando diversas
eliminatorias y en él no solo se vieron cualidades futbolísticas sino el apoyo
que le daba al equipo, tratando de
subirle los ánimos.
“En
Primera División inicié en el Diriangén en 2002, lo hice como tercer portero
para una cuadrangular. Después me fui al San Marcos pero solo estuve media
temporada”, recuerda.
Su
salida se debió a motivos de estudio, porque su familia deseaba que centrara su
atención en sus estudios universitarios y el futbol lo distraía, dejó la Primera
División pero se mantenía jugando en Masaya (futbol sala).
“Después
el profesor Leiva me mandó a decir con Milton Bustos que me presentara a una
selección sub 23, pero como mi mente andaba en otras cosas me fui y hasta
después entré a la selección de futbol sala”, recuerda.
En
2010, con sus estudios de Derecho culminados, regresó al Diriangén FC como
portero titular en ese torneo en el que afirma jugaron una final que siente
estuvo marcada por anomalías que afectaron al Cacique. El secreto de su buen
suceso en el fut lo encierra en que practica al 100% porque siente que debe dar
todo sin importar lo que esté ganando
financieramente.
Uno
de sus sueños se cumplió al ser llamado a la selección nacional: “yo nunca la creí
porque pensaba que había porteros mejores que yo y cuando el profesor William Espinosa
me dijo que estaba convocado no lo creía. Con ese nerviosismo de si era o no me
dejé ir a la convocatoria y estando en la escuela de talento me lo confirmó Enrique
Llena y fue bonito porque me gusta contribuir al país.
A
sus 28 años, siendo abogado de un prestigioso despachos de abogados, su meta en el futbol es jugar 2 años más, seguir trabajando al ciento por
ciento porque está tratando de llegar a
la madurez que muchos jugadores quieren para poder ser un líder en su equipo.
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